José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79
Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus
Un padre que sufre la
muerte de su hijo. Un hombre que amó hasta el final. La Pascua es el tiempo en
que las promesas se cumplen, el tiempo de la verdad se impone a los
fingimientos.
La misión de cada uno
de nosotros es ser feliz escogiendo el bien, lidiar con las dudas y los
absurdos que nos tientan, sufrir las amarguras de esta ruta sin ceder nunca de
forma definitiva, y, a pesar de los tropiezos y pausas, seguir andando.
Por el camino, servir a
nuestros iguales menos fuertes, aquellos que la sociedad desprecia, aquellos a
los que les falta todo tipo de abrigo en nuestras ciudades llenas de gente
sola, los que mueren de hambre y enfermedades simples en todo el mundo, y
otros, tantos otros… es con estos con los que casi siempre que se reza en el
vacío se dice que se va a estar. Una señal que nos debía hacer entender por
donde es el camino, por donde anda la verdad y lo que es, al final, la vida.
Tal vez hoy mismo
muchos de los que viven y mueren solos y abandonados pidan también perdón por
aquellos que no saben lo que tienen que hacer, ignorándolos.
La muerte no es lo
importante, es a honestidad en la misión lo que define el valor de cada hombre.
La resurrección no es
una respuesta a la muerte, sino la fidelidad. No hay más vida para quien no hubiere
sido, de alguna forma, fiel en sus elecciones y en sus acciones.
Por todos los errores,
por todas las decisiones deliberadamente erradas, por todo el desamor de que
fui capaz… a Ti extiendo mi mano: Jesús, acuérdaTe de mí cuando llegues a Tu
reino.
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