viernes, 14 de marzo de 2014

La verdad murió y resucitó


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus


Un padre que sufre la muerte de su hijo. Un hombre que amó hasta el final. La Pascua es el tiempo en que las promesas se cumplen, el tiempo de la verdad se impone a los fingimientos.

La misión de cada uno de nosotros es ser feliz escogiendo el bien, lidiar con las dudas y los absurdos que nos tientan, sufrir las amarguras de esta ruta sin ceder nunca de forma definitiva, y, a pesar de los tropiezos y pausas, seguir andando.

Por el camino, servir a nuestros iguales menos fuertes, aquellos que la sociedad desprecia, aquellos a los que les falta todo tipo de abrigo en nuestras ciudades llenas de gente sola, los que mueren de hambre y enfermedades simples en todo el mundo, y otros, tantos otros… es con estos con los que casi siempre que se reza en el vacío se dice que se va a estar. Una señal que nos debía hacer entender por donde es el camino, por donde anda la verdad y lo que es, al final, la vida.

Tal vez hoy mismo muchos de los que viven y mueren solos y abandonados pidan también perdón por aquellos que no saben lo que tienen que hacer, ignorándolos.

La muerte no es lo importante, es a honestidad en la misión lo que define el valor de cada hombre.

La resurrección no es una respuesta a la muerte, sino la fidelidad. No hay más vida para quien no hubiere sido, de alguna forma, fiel en sus elecciones y en sus acciones.


Por todos los errores, por todas las decisiones deliberadamente erradas, por todo el desamor de que fui capaz… a Ti extiendo mi mano: Jesús, acuérdaTe de mí cuando llegues a Tu reino.

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