martes, 4 de marzo de 2014

Tres pruebas del sentido de la vida


Por José Luís Nunes Martins
publicado em 9 Mar 2013 - 03:00


La única verdad que existe es aquella de la cual cada hombre forma parte. Son muchos los que defienden la idea de que la Verdad absoluta no existe, alegando que existen muchas verdades y que incuso cada uno tiene la suya, y más que poseerla, se puede hasta, según ellos, ¡modificarla a gusto! Cada uno de nosotros ve la verdad a partir de una posición diferente, pero no existen verdades. Sólo hay una, la auténtica… el resto son prejuicios, engaños o tonterías.

Aquello que cada uno de nosotros debe buscar de forma personal es el sentido de la vida. De la suya. Aquí sí, es pertinente distinguirnos unos de otros. Al final, la existencia humana es profundamente individual y subjetiva. Mi vida es completamente personal e incomunicable, también el rumbo que sigue  resulta de decisiones mías, más o menos conscientes, hasta cuando decido no decidir… soy yo, y yo solo, quien decide.

La historia resulta del encuentro de la libertad individual con la realidad. El sentido de la vida no surge del exterior. Cada hombre es parte importante de la Verdad. Pero, a cada uno de nosotros es dado elegir(se) dentro de ella.

La esencia de la existencia humana es la profunda apertura del ser en relación a lo que ha de ser. Al futuro. A cada hombre le toca decidir lo que será su vida, aquello en que se tornará en el momento siguiente. Un instante basta para que se cambie una vida entera

Algunos pasan los días en acumular y acarrear cobranzas y reclamaciones respecto del mismo mundo en que, otros, consiguen siempre encontrar bondades para agradecer y, voluntaria y generosamente, multiplicar…

Ninguno puede encontrar un sentido para su vida que no pase por las tres pruebas esenciales a su autenticidad: la culpa, el sufrimiento y la muerte.

La culpa es la prueba de la libertad. Resulta de un reconocimiento responsable por la autoría del mal. Pero, si fuimos libres para errar, hoy continuamos libres para ahora hacer lo contrario. Si a nadie le es dado vivir el mismo momento dos veces, la vida es una cadena casi infinita de instantes… Para lo mejor y para lo peor, hay siempre más tiempo.

De este modo, a pesar de la culpa, tenemos siempre el futuro para elegir mejor.

El sufrimiento es la prueba del coraje. Quien siente dolor profundo, sabe que él es una voluntad de no ser, como una embestida de un enemigo que es extraño a la justicia y que busca sólo la destrucción. Pero sufrir forma parte de la vida, no se trata de una eventualidad a la que alguien  pueda esquivar, no. El sufrimiento es parte esencial de la vida humana. Vivir es también atravesar el dolor y ser por él atravesado… Así, tal vez, nuestros peores días sean, en verdad, los mejores. Vale la pena –cualquier pena- ser capaces de recodar los momentos en que el sufrimiento nos engrandeció.

La muerte es la prueba del amor. Esta vida tiene un fin. Todos morimos. Algunos lamentablemente no han sido capaces de vivir, de entregarse por el Amor. Pero los que aman, al darse, pasan a vivir en el corazón de aquellos a quienes amaron, sobreviviendo de esta manera a la muerte. La muerte vence todo menos el Amor. El Amor no acaba. Nunca. Pero así como nos lleva a Dios también nos hace pasar por el infierno… engrandece aunque también crucifica…

Los caminos de la vida son duros y penosos.

La alegría es sólo parte de la historia y meta de la Verdad.


Nadie busca la felicidad, lo que todos procuramos es una razón para ser felices… por entre todas las que nos hacen sufrir.

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