José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79
Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus
La apariencia es la
realidad tal como se manifiesta. La primera impresión que algo imprime en la
mente resulta casi siempre de los datos de los sentidos, y a ella se junta una
necesidad casi incontrolable de comenzar a sacar concusiones cuanto antes.
Hay cosas que parecen
ser lo que son, otras no. Cualquier cosa tiene que revelarse a través de una
apariencia, pero esta es una especie de superficie que invita y puede permitir
el acceso a lo que las cosas son. En apariencia hay siempre señales fieles de
la realidad que la soporta. Pero sólo una atención paciente permite
descubrirlos.
¡Si con las cosas es
difícil distinguir, con las personas todo empeora... La apariencia de los seres
humanos es controlada en buena parte por ellos mismos y la tentación de cuidar
de sí es de las que cuentan con más adeptos!
Más allá de eso, las
personas cambian. La esencia de lo humano lo lleva a construirse continuamente.
Quizá el gran secreto de las relaciones humanas consista en ser capaz de
descubrir incesantemente al otro, en su evolución constante. De ahí que el
amor, siendo eterno, deba renacer cada día que pasa.
La apariencia puede
engañar, pero es siempre quien saca conclusiones precipitadas que se engaña sí
mismo. Si faltara la paciencia y la prudencia, no hay vuelta que dar, estamos
condenados a engañarnos respecto de los otros y hasta de nosotros mismos.
Porque las personas nunca son lo que parecen, ni tampoco cuando parecen ser lo
que son…
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