miércoles, 26 de marzo de 2014

De los vicios y de las virtudes


Por José Luís Nunes Martins
publicado em 1 Dez 2012 - 03:00
Actualizado há 1 ano 1 mês
ilistraçao Carlos Ribero

Ningún acto aislado define a un hombre. La vida humana está hecha de un conjunto enorme de momentos, repeticiones, selecciones, encuentros desencuentros y reencuentros. No hay actos aislados. La construcción de la esencia de cada uno exige un trabajo combativo permanente. Vamos siendo lo que vamos escogiendo, con algunos momentos más decisivos que otros, pero sin grandes sobresaltos. Es la línea que vamos trazando la que nos definirá.

No hay ninguno que se vuelva viciosos (adicto) en lo que quiera que sea sin que haya llegado a un punto de obstinación. El vicio es una dependencia porque, al final de una serie de decisiones, el vicioso renuncia  al control de la construcción de sí mismo a favor de cualquier modelo extraño a su felicidad. Se envició. No hay héroes de un acto solo. Se es virtuoso  a costa de practicar sucesivamente el bien, multiplicándolo.

No puede ningún hombre juzgar, de forma completa, a otro. Se pueden juzgar los actos pero no las historias. Juzgar es un acto vicioso y causa vicio, ya que nos retira la capacidad de mantenernos centrados en la concretización de las mejores posibilidades de nuestra existencia.

En los restantes seres vivos todo parece tener una naturaleza pre-programada, una definición previa. La realidad y la dignidad humanas se fundan en el carácter completamente abierto del mañana. No son pre-programados. Decisión tras decisión nos vamos construyendo, apareciendo al mundo ya nosotros mismos, tal como fuimos capaces de irnos haciendo, tal como somos, tal como quisimos ser.

Será tal vez un misterio la razón por la cual hay tantos hombres que son verdugos y víctimas de sí mismos., se condenan a un infierno que no necesita de otro que no sea su propio miedo al perpetuar una pena de infelicidad irrevocable.

¿Por qué desearon su propio mal? Tal vez porque hay siempre un camino por hacer y, seguir rumbo al bien, puede ser muy doloroso, un pie delante del otro, siempre subiendo, un escalón siempre más alto que el anterior… hay quien duda, de sí mismo, de todo, se encogerá de hombros y sucumbirá en el ansia de descansar, escogiendo no escoger, desiste, una y otra vez, hasta darse cuneta que está en el fondo del pozo.

De la dependencia hay sólo una, y sólo una, hipótesis de rescate: el mismo que cayó, se levante

A través de una larga secuencia de decisiones arduas por el bien. Nunca es sólo una, sería fácil además; y sería injusto. La felicidad es un premio no un derecho universal. La conquistan los que arriesgan corajudamente siguiendo tantas veces por el mismo y más duro camino; aquellos que, a pesar de las montañas de dudas, encuentran la forma de sacar fuerzas y con ellas avanzar en el camino del bien.

La verdad del Hombre, la verdad de cada uno de nosotros, nos es revelada por nosotros mismos a través de nuestras elecciones. Pero, nunca en un acto aislado. Nadie permanece desgraciado por una desgracia solamente. Todos caen. Una y otra vez. Así como todos aciertan, bastantes veces… lo que importa ahora es el camino hecho de forma libre y responsable. O para el cielo o para otro lado cualquiera…

La mayor de todas las virtudes es ser una perfección construida a costa de una multiplicidad de pasos imperfectos, yerros, paradas y tantos, tantos recovecos… la Felicidad es el resultado de una orientación totalmente libre y corajuda hacia el bien.

La vid humana es como una especie de navegación entre lo previsto y lo imprevisto, del puro sueño a la cruda realidad, cada uno de nosotros está en sus propias manos. Siempre. Porque en cada nuevo día todo está, feliz e infelizmente, abierto.




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