José Luís
Nunes Martins
Hay personas ya
acabadas con 20 años y hay jóvenes de 70… los viejos insisten en quedarse en lo que ya no es; los otros, en
hacer el presente y el futuro, el suyo y el de los demás, hasta el de los
cobardes…
La vida sólo se
comprende después. En este sentido, hay que analizar el pasado y evaluar los
momentos vividos, las decisiones tomadas y sus consecuencias. Las normas de
nuestros juicios y la lógica subyacente a lo que sucedió. Es un ejercicio
complicado, pues implica una racionalidad
que evita grandes emociones. Sólo es posible pensar debidamente aquello
que ya aconteció, una vez que la absoluta apertura al futuro en relación a la libertad del
hombre no permite crear esquemas secuenciados entre posibilidades hipotéticas. El
futuro es incomprensible porque está absolutamente abierto
La saudade (melancolía), uno de los más bellos sentimientos, el dulce
y torturador recuerdo, lo ausente presente, no deja de ser un obstáculo a la
vida, ya que, centrándose en lo perdido, desvía la atención de lo que existe y
está a disposición. La saudade implica
el contraste entre lo que ya se fue y lo que se es, concentrando todo el sentir
en lo que (ya) no es. Por otro lado, una
tal lógica anula cualquier tentativa de vivir en serio, lo que se es… Al final,
los saudosos(melancólicos) no tienen siquiera recuerdos, pues la remembranza
sólo existe para lo que no está y, en ellos, está ausente. El pasado es todo
muerto, y, desgraciadamente, quien de ella no sale, también…
Sólo se vive hacia
adelante. Sufrir por los buenos recuerdos o también sonreír por causa de ellos
es perder tiempo para soñar y realizar sueños. Construir felicidad. Poco
importa lo que se hizo, eso nos ha traído hasta el punto en que estamos, pero
de aquí para adelante, sólo tenemos que seguir la misma línea si fuera esa
nuestra voluntad… somos libres. Libres. Libres al punto de ser: nada. Y nos
tenemos que hacer, completamente, desde el inicio al final. Cada día. Sólo la
falta de imaginación de tantos hombres los mantiene en una línea que parece
obligatoria pero que es objeto de una elección inconsciente movida por el
miedo.
Se puede ser libre y
ser obediente, sí. No hay duda. Hay quien decide libremente seguir a otro, por
ejemplo a Dios, y ese será mucho más libre que quien lleva su vida a merced de los apetitos, haciendo lo que le apetece…
nunca lo que quiere o sueña.
Esos pobres de espíritu
son esclavos de su bajo vientre y de otras animalidades… como si no percibiesen
que, en cuanto humanos, les cabe ser mucho más que animales. Pasando eso por, muchas
veces, contrariar los instintos y elevarse a una condición divina. El desafío
de ser santo o héroe (son sólo sinónimos) está al alcance de todos, ¡a pesar de
la multitud de cobardes que tienen siempre buenas disculpas para no ser…feliz!
Sólo hay santos y héroes
hacia delante. Este tipo de gente no se reforma.
Hay gente ya acabada
con 20 años y hay jóvenes de 70… los anteriores temen quedar en lo que ya no es;
los otros, en hacer el presente y el futuro, el suyo y el de los otros, hasta
el de los cobardes… que tanto esperan una intervención divina y que no la
perciben cuando ella llega por las manos de cualquier santo o héroe que se les
cruza en su vida… tal vez en nombre de Dios.
Tal vez el sentido de
la vida no sea así tan complicado: Amar para ser feliz, realizando sueños.
Claro que habrá mucha
gente que ve en este tipo de propuestas algo demasiado simple… buscando laberintos
del sentir y pensar por donde sólo ellos vagabundean, mientras pierden el
tiempo. Mientras mueren en vez de vivir.
Realizar es la palabra
clave. Hacer lo real, partiendo de más noble materia prima: los sueños. Cabrá
por tanto a cada hombre ser realizador, soñando sin grandes lógicas, levantándose
bien pronto a fin de, con las manos en el barro, y movido de amor, esculpir el
mundo a imagen de sus sueños… realizándolos. Tal vez en nombre de Dios.
Andando hacia delante. Arrodillándose
y levantándose. Hasta morir.
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