Por José
Luis Nunes Martins
Por Jornal i
publicado em 8 Out 2011 - 03:00
publicado em 8 Out 2011 - 03:00
En los momentos de
crisis, todos nos agarramos a lo que parece dar seguridad.
Cuanto más difíciles son las coyunturas, más el vértigo del error se apodera de nuestra capacidad redecisión. La responsabilidad de vivir siempre en el tiempo, que por su esencia jamás vuelve atrás, nos va preparando, mejor o peor, para gestionar los instantes más exigentes. Muchas veces fingimos y huimos, creyendo que la naturaleza es cíclica y los plazos largos… lo que está claramente fuera de la verdad.
En circunstancias difíciles,
la calidad de nuestra referencia es puesta a prueba. Es tiempo de experimentar
lo que nos prometió que soportaría. Pero se descubre que casi todo es embuste,
que poco hay de verdaderamente seguro. Y es en este casi vacío donde se revela
la verdad: estamos solos y dependemos sólo de nosotros. Algunos entienden que
se trata de un don, otros de una condenación. Unos sonríen, otros lloran.
La libertad es más que el poder escoger, es agarrar la vida como materia prima y hacer con ella una obra personal, algo que, más o menos, soy yo. Es el verdadero don (tal vez divino): ser libre. Poder dar sentido a la vida, dándole un punto de partida, un rumbo, un sustento y un verdadero fin.
La verdad sólo puede surgir en un contexto de libertad. Para que las cosas y las personas se revelen, es preciso dejarlas ser. Sólo cuando se da libertad se puede esperar la verdad. Al final, la esencia de la verdad es la libertad.
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