José Luís Nunes Martins
Por Jornal i
publicado em 21 Abr 2012 - 03:00
publicado em 21 Abr 2012 - 03:00
Los tiempos no son fáciles.
Las personas se revelan más cuando es así. Son muchas las desilusiones. Algunas
personas son monótonas, superficiales y viven sólo porque la vida no les exige
gran cosa para tenerlas por acá. Estos pobres de espíritu voluntarios están siempre
llenos de sí y se hacen compañía unos a otros.
A pesar de eso, hay también aquí gente que decidió tener una existencia profunda. Andan muchas veces solos. El dolor hondo que llevan en el pecho está abrazado al sueño.
Como si el sufrimiento rescatase al hombre, despertándolo de una vida sin sentido a una existencia plena que, aunque comienza ahora, no acaba aquí.
El más profundo dolor de la soledad es el de aquellos que saben amar, pero que perciben que aquí es muy difícil rescatar a quien no se quiere salvar a sí mismo. Pero los héroes del dolor y el silencio, aunque la vida y los otros les corten las alas, siguen siempre su destino aunque sea a pie, por entre tanta gente que, echada por tierra, parece gustar incluso de los olores nauseabundos de la superficie de este mundo.
Sólo quien sufre sueña.
Sólo quien sueña vive. Sólo quien vive sufre. Así son aquellos que saben hacer que
las nubes derriben montañas.
Después, al final de esta vida… poco me interesa si mi cuerpo se va a pudrir en una magnífica tumba o en una fosa común. Me importa más saber por donde andaré mientras aquí este cuerpo mío se pierde.
Finalmente, los verdaderos sueños de un hombre esperan por él, pero muy lejos del sitio donde acostumbra dormir.
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