Por José Luís Nunes Martins
en Jornal i
publicado em 15 Out 2011 - 03:00
publicado em 15 Out 2011 - 03:00
En esta crisis de
dineros y verdades hay materia más que suficiente para la construcción de una
clásica tragedia griega (o un fado a la manera antigua). Fuerzas superiores trazan
el destino de los seres humanos y ponen a prueba el carácter y la dignidad…
Fuerzas que, a pesar de todo el valor y por mayor que haya sido el heroísmo
humano, consiguen que terminen siempre de forma triste.
Los mercados parecen ser hoy los personajes a quien temer y a los que debemos agradar ofreciendo sacrificios.
Dios, a quien algunos recurren en modo de “muerto o vivo”, tendrá una palabra que decir a este respecto. Existen varias formas de vivir y ser feliz, algunas más superficiales y otra verdadera. Tal vez dos tipos de razón, aquella que la inteligencia humana es capaz de abarcar y otra no accesible, hasta ahora.
Tal vez nuestra responsabilidad sea tan grande como nuestra ignorancia. Pero la vida se vive hacia delante, y está en nuestras manos muchas veces depositada la esperanza de la fe de otros. No debemos esperar que las cosas buenas acontezcan. Ni para nosotros, ni para los otros. Hemos de ser nosotros quien las creemos. Nos cabe ese papel divino.
Una de las ideas más veces adulterada es la de que la existencia de Dios elimina, por sí sola, la libertad de los hombres, que Su voluntad anula la nuestra. Errado. La libertad humana es reforzada y ampliada por el hecho de existir algo superior que la crea, defiende y promueve, sin esperar otra cosa a cambio sino que quien la posee trate de ser feliz por sí y para los demás.
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