sábado, 25 de enero de 2014

La Escuela es una Caja de Mil Espejos

Por José Matías Alves

En Católica Porto Educação


Hoy sustento la tesis de que la realidad no es independiente del sujeto que la observa y crea. Hasta cierto punto, la realidad es una (re)creación del sujeto, es lo que pensamos que ella es. Porque, en gran medida, nos hacemos en función de lo que pensamos y de lo que sentimos).

Y cuando miramos para la escuela, ¿qué es lo que vemos? ¿Qué es lo que nosotros pensamos? ¿qué es lo que sentimos? ¿Qué actitud y disposición asumimos? Tendremos, ciertamente, mil razones y sentimientos para ver la escuela como un local de soledad, sufrimiento, fuga y hasta expiación. Pero esta visión nos devuelve un malestar que nos agobia, nos entristece, nos agota, y, al final nos destruye.

Precisamos ver en la escuela pequeños oasis que reconforten. Gestos que nos animen. Oportunidades que nos encantan y alientan. Poderes que nos gratifican. Precisamos de tiempos de encuentros y de celebración. Precisamos de felicitarnos unos a otros. Porque estos motivos también pueden existir. Y son ellos los que nos pueden animar y ampliar una disposición generada por estos mil espejos de alegría.


Precisamos de estas imágenes de alegría. Necesitamos verlas. Necesitamos construir y reconocer. Porque nuestra felicidad –y nuestra realización profesional- pasan por ahí. Esto no significa, obviamente, distorsionar la realidad, ignorar lo que nos degrada y oprime, devaluar espeso del sistema. ¡No! Esa cara de la realidad tiene que merecer nuestra respuesta. Pero tenemos que situarnos en la construcción de márgenes de alegría. Sobre todo en estos tiempos críticos y de amenaza.

                                                      ......................................
Un comentario:

No puedo hoy por menos de hacer un comentario a este artículo, me ha hecho recordar con fuerza que fui maestro.
Hace casi seis años que tuve que dejar la enseñanza, por  fuerza. Confieso, y lo he manifestado ya en público varias veces, que me cuesta cada día más tratar con las personas adultas que militan como voluntarios en algunos grupos de gran consideración social, que me costaba tratar con los alumnos de todas las edades. Lástima que me fallaran las fuerzas, añoro los niños, las clases. Las actitudes de los niños, frente a las de los mayores... aquellas pueden tener remedio con bastante probabilidad si no fueran buenas, pero a los mayores, muchas veces,  no hay quien les sugiera el más mínimo cambio... se les cae todo el andamiaje que han construído en torno a sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario